viernes, 4 de noviembre de 2011

Desensamble

Extracto de la tercera fase del sueño de Sol Moreno:
La compañera le grita que es un poco fantasma. A los diez segundos Sol se acerca veloz con el balón pegado al pie. Sol le pide que se desmarque. Le pasa el balón a la compañera. Está defendida por una rival, pero lo recibe y devuelve al primer toque. Sol corre, hace un control y levanta ligeramente el balón sobre la portera rival.

“No lo había considerado” dice el presidente. Mientras se acerca a Sol, se mesa los cabellos. “Por cierto, Moreno, vuelva en media hora”. Hace una pausa. “Se ha abierto una vacante”.

Sol está en la barra. Dice a sus amigas “Un segundo chicas. Voy a hablar con Guzmán”. Se levanta. Así, sin pensárselo dos veces. “Hola. Ahora os lo devuelvo”.

“Se la tengo jurada”. Ha caído tras una zancadilla. Se limpia el barro de las rodillas. Su compañera se ha parado a levantarla. “Voy tras ella, le robo el balón. Entonces, cuando te me acerques, te la paso, me haces una pared y la levanto como Torres en el europeo.” Sol inicia un esprint.

A Guzmán tras una larga pausa parece faltarle la respiración. Le dice que le ha dejado sin aliento. Sol sonríe, lo mira y se siente triunfal. A Guzmán le brillan los ojos y le dice “eres una pícara” y “estoy loco por ti”. Ambos beben sus gin-tonics.
Dice Guzmán “por cierto, ¿qué me ibas a contar?”
“El jefe me ha dicho ‘el puesto de jefa de marketing es tuyo’ ”.

El presidente coge una foto sobre su escritorio y la observa. Sol, mirando de reojo, se da cuenta de que es la foto del abuelo del presidente frente a la antigua fábrica. Esta es la mía, se dice Sol.
“Perdón, no he podido evitar escuchar” dice Sol. Se pregunta si habrán notado que espiaba la conversación. Quietos la miran de arriba abajo, con los ojos muy abiertos. “Oí que la empresa ‘Y’ no tuvo que deslocalizar la producción. Únicamente tuvo que llevar parte de las piezas producidas en origen para que las ensamblaran en China –asegurándose de que siguieran con las mismas calidades”. Callados, siguen mirándola. Mecachis, esta pipiola de falda corta y zapatos de diseño les viene a dar lecciones. Se espera una mala contestación.

Guzmán pregunta “¿Qué cuentas, Sol? Pareces muy contenta”.
“Aún más que cuando te gané a braza en los campeonatos de La Rioja. En cadetes, ¿recuerdas?
“Ya salió la Phelps riojana” responde Guzmán. “En serio, ¿qué te pasa?”.
Sol da unos pasos de merengue y le roza el pecho con el dedo índice. Los amigos de Guzmán la miran fijamente. No llega a los treinta, está más morena y atractiva tras el verano y tiene el cuerpo duro de cuando marchó a la universidad. Baila con zapatos de tacón de aguja. En sus pies parecen ligeros como unas bailarinas.
“Parece que la pandilla no te ha olvidado” dice Guzmán. “Ya sólo por cómo te miran…”.
“Pues no van a hacer nada más que eso. Porque por fin vas a ser mío… –lo besa largamente –y yo tuya”.

Sol Moreno abre la puerta y deja un informe sobre la mesa del presidente. Lo ve discutir con el director. Se pregunta de qué hablaran. Finge ordenar unos archivos en la estantería y escucha.
“He dicho que no estoy dispuesto a deslocalizar la fábrica. Se acabó” dice el presidente.
“Pero los costes suben y la competencia nos está aniquilando” dice el director. “O hacemos algo o tendremos que despedir a gente”.

“¡Gol!”. El entrenador levanta el puño. El público aplaude. Sol es abrazada por sus compañeras. El entrenador pide al cuarto árbitro un cambio. El partido acabará en pocos minutos. Sol corre hacia el banquillo mientras el público corea ‘Viva el Sol Moreno’. Piensa ‘me he salido’.
“Con 3-0 a favor, aún has querido meter el cuarto” dice el entrenador. “Sigue así de ambiciosa, Sol”.
“Es que estas nuevas zapatillas me hacían volar”. Se seca el rostro con un paño.


Sol se mueve de un lado a otro en el pasillo del hospital. La doctora Gloria abre una puerta.
“Señorita Moreno” dice, invitándola a entrar. Ya dentro del despacho se besan en las mejillas. “...tiempo sin verte, Sol. ¿Qué te trae por aquí?” pregunta Gloria. “Siempre estás más sana que una manzana.”
“Verás, Gloria…” juega con su trenza. “Estoy teniendo sueños raros”.
“¿De qué tipo?”
Sol carraspea: “Cada noche se me repite en sueños lo que he hecho durante el día. A fragmentos. Revueltos entre sí”.
Gloria se toma una breve pausa: “¿Estás teniendo stress? ¿Trabajo?” Se acerca a Sol y baja la voz. “¿Problemas con Guzmán?”
“No, lo de siempre”. Sol se sonroja.
“¿Algún cambio en tu vida?
“Nada especial… bueno, espera” dice Sol. “Es sobre el trabajo. Ya sólo hacemos las piezas. Se mandan a China para ensamblar los zapatos. La idea ha sido mía y me han subido por ello el sueldo”.
Gloria sonríe a su amiga: “Eso no es malo”.
“Todo lo contrario.” Se pregunta si es una hipocondriaca. Si todo le está yendo de maravilla. Se tranquiliza. “Estoy contenta en el trabajo, con Guzmán, hago ejercicio, voy a clases de baile, subo el Isasa una vez por semana, enseño natación a los niños una hora tras el trabajo, hago centros de mesa de ganchillo…”
“Paaara.” Gloria la coge del antebrazo. La mira directamente a los ojos. “¿No son ésas muchas cosas?”
“Así es la mujer postmoderna, ¿no?” dice Sol. “De aquí allá, muchas cosas, todo rápido, todo inconexo… en fin, un no parar”.
“La vida se nos escapa entre los dedos, ¿no?” dice Gloria. “Como piezas por ensamblar… –se pausa- como ocurre en tu fábrica”.
“Mira, no lo había pensado así”.
“En conclusión, Sol: que tú no tienes nada. Sólo cansancio”. Gloria garabatea un informe. Alza la mirada del papel y dice: “Tienes que descansar”.
“Me dejas más tranquila, chica” dice Sol. “Trataré de bajar el pistón, pero aún es pronto para tomarse vacaciones… si no estamos más que en Octubre”. Empieza a levantarse. “Además, mientras me siga sintiendo bien en mis zapatos…”.






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¿Es malo cambiar de opinión?

Odio los refranes. Estoy casi seguro de que es por causa de ellos que esta tarde la paso solo en la playa bajo la lluvia. A la gente común le gustan los dichos y refranes porque se supone que son fieles a la realidad y porque son inalterables y, si son inalterables, las verdades que nos procuran acerca de la vida no cambian, ergo la realidad no cambia y podemos tener certezas sobre la vida y la realidad y dominarlas. YO DIFIERO. Mis amigos, que no difieren, piensan p.ej. que el dicho las bicicletas son para el verano es una verdad absoluta y entonces se pasan las tardes de verano viendo el Tour y me dejan solo en la playa. Hay que diferir: las bicis son buenas para todo el año y no sólo para el verano, mientras que la playa sólo es buena en verano. Y yo pienso, ¿que llueva en verano es razón para no ir a la playa? ¿Es que no es bella la bruma de un día de lluvia en la playa, es que la arena mojada no nos refresca gratificantemente la planta de los pies? ¿O es que La Concha deja de ser hermosa bajo la lluvia? Pero está visto que para mis amigos sí llueve a gusto de todos: así tienen una excusa más para ver a Contador y Schleck y dejarme solo. Y me duele estar solo porque soy racional pero tengo mi corazoncito. Carmen tampoco lo entiende. El día que la conocí estaba preciosa con su bikini rojo y la piel bronceada contrastando su cabello rubio. Nos hicimos amigos rápido –decía que le gustaba mi conversación- y a la semana ya éramos novios. A la semana y media empezó a decirme que yo era un poco pesado y, ayer, cuando hacíamos dos semanas, me enteré de que empezó a salir con Gorka, que no sólo desconoce el método filosófico, sino que su único mérito es que se parece a Cristiano Ronaldo. Carmen era de las que le gustaba usar refranes y lugares comunes. Nunca me importó mientras salíamos juntos. Ahora, mirando la bruma que difumina Santa Clara y calándome, me doy cuenta de que tendría que haber desconfiado de ella. Y es que hay que desconfiar como un hábito de percibir la realidad. Mirándola con espíritu crítico, dudando de lo que nos quieren vender como verdades absolutas. Dudar, ésa es la clave. Por eso dicen que cambio mucho de opinión, porque dudo mucho. Pero eso es bueno, siempre me lo ha dicho la profesora de Filosofía. ¡Ah, la profesora Morgan… cómo me gustaría que estuviera ahora conmigo, admirando el monte Igeldo bajo los rayos y hablando del arjé y Aristóteles! Pero seguro que quedaría muy raro que viniera conmigo a la playa, porque soy muy joven con quince años… Quince años, también dicen que es la flor de la vida. Lo será, pero ahora estoy muy dolido con Gorka y sobre todo con Carmen. A la semana de empezar a salir, esto es, el jueves pasado, me dijo que lo nuestro sería para siempre y que yo sería el primero en estar dentro de ella. Todo eso ha quedado en papel mojado, como estas líneas que se están borrando, corridas por los goterones que agujerean con fuerza la arena. Cuando vuelva a oír a alguna persona mayor decir con añoranza que el primer amor dura para siempre, le daré un bofetón en todos los morros. Pero en fin, empiezo a tener mucho frío y me estoy calando hasta los huesos. Me voy a ir.
Pero… ¿quién me ha besado en el cuello? Me vuelvo… es Carmen. Se disculpa por haberme engañado con Gorka, dice que fue sólo algo físico y que ya se ha cansado de él. Me cubre con el paraguas. Me peina el pelo mojado y empieza a besarme en los labios. Al principio muy despacito… luego más fuerte. Me gusta el sabor salado del agua de lluvia en sus mejillas y su lengua tropezando con mi aparato dental. Estoy teniendo una erección. Creo que le voy a dar otra chance. Al fin y al cabo, ¿no hay un dicho que afirma que todo el mundo merece una segunda oportunidad?



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