viernes, 4 de noviembre de 2011

¿Es malo cambiar de opinión?

Odio los refranes. Estoy casi seguro de que es por causa de ellos que esta tarde la paso solo en la playa bajo la lluvia. A la gente común le gustan los dichos y refranes porque se supone que son fieles a la realidad y porque son inalterables y, si son inalterables, las verdades que nos procuran acerca de la vida no cambian, ergo la realidad no cambia y podemos tener certezas sobre la vida y la realidad y dominarlas. YO DIFIERO. Mis amigos, que no difieren, piensan p.ej. que el dicho las bicicletas son para el verano es una verdad absoluta y entonces se pasan las tardes de verano viendo el Tour y me dejan solo en la playa. Hay que diferir: las bicis son buenas para todo el año y no sólo para el verano, mientras que la playa sólo es buena en verano. Y yo pienso, ¿que llueva en verano es razón para no ir a la playa? ¿Es que no es bella la bruma de un día de lluvia en la playa, es que la arena mojada no nos refresca gratificantemente la planta de los pies? ¿O es que La Concha deja de ser hermosa bajo la lluvia? Pero está visto que para mis amigos sí llueve a gusto de todos: así tienen una excusa más para ver a Contador y Schleck y dejarme solo. Y me duele estar solo porque soy racional pero tengo mi corazoncito. Carmen tampoco lo entiende. El día que la conocí estaba preciosa con su bikini rojo y la piel bronceada contrastando su cabello rubio. Nos hicimos amigos rápido –decía que le gustaba mi conversación- y a la semana ya éramos novios. A la semana y media empezó a decirme que yo era un poco pesado y, ayer, cuando hacíamos dos semanas, me enteré de que empezó a salir con Gorka, que no sólo desconoce el método filosófico, sino que su único mérito es que se parece a Cristiano Ronaldo. Carmen era de las que le gustaba usar refranes y lugares comunes. Nunca me importó mientras salíamos juntos. Ahora, mirando la bruma que difumina Santa Clara y calándome, me doy cuenta de que tendría que haber desconfiado de ella. Y es que hay que desconfiar como un hábito de percibir la realidad. Mirándola con espíritu crítico, dudando de lo que nos quieren vender como verdades absolutas. Dudar, ésa es la clave. Por eso dicen que cambio mucho de opinión, porque dudo mucho. Pero eso es bueno, siempre me lo ha dicho la profesora de Filosofía. ¡Ah, la profesora Morgan… cómo me gustaría que estuviera ahora conmigo, admirando el monte Igeldo bajo los rayos y hablando del arjé y Aristóteles! Pero seguro que quedaría muy raro que viniera conmigo a la playa, porque soy muy joven con quince años… Quince años, también dicen que es la flor de la vida. Lo será, pero ahora estoy muy dolido con Gorka y sobre todo con Carmen. A la semana de empezar a salir, esto es, el jueves pasado, me dijo que lo nuestro sería para siempre y que yo sería el primero en estar dentro de ella. Todo eso ha quedado en papel mojado, como estas líneas que se están borrando, corridas por los goterones que agujerean con fuerza la arena. Cuando vuelva a oír a alguna persona mayor decir con añoranza que el primer amor dura para siempre, le daré un bofetón en todos los morros. Pero en fin, empiezo a tener mucho frío y me estoy calando hasta los huesos. Me voy a ir.
Pero… ¿quién me ha besado en el cuello? Me vuelvo… es Carmen. Se disculpa por haberme engañado con Gorka, dice que fue sólo algo físico y que ya se ha cansado de él. Me cubre con el paraguas. Me peina el pelo mojado y empieza a besarme en los labios. Al principio muy despacito… luego más fuerte. Me gusta el sabor salado del agua de lluvia en sus mejillas y su lengua tropezando con mi aparato dental. Estoy teniendo una erección. Creo que le voy a dar otra chance. Al fin y al cabo, ¿no hay un dicho que afirma que todo el mundo merece una segunda oportunidad?



Pulsa en los dos botones de abajo si te gusta lo que lees (así el blog tendrá más lectores)Top BlogsLiteratureAdd to Technorati Favorites

No hay comentarios: