lunes, 24 de marzo de 2008

'El iphonsito' Parte 2

San Diego, Balboa Park. Esplanada. Terence y Bud se encuentran delante de un único iphonsito. No sabemos si es el de Bud o el de Terence, pero ello no es indiferente.
- Terence (irónicamente, pero manteniendo su intachable apariencia de flema y compostura):
¡Pero si es el viejo Bud! ¡El hombre cuya rudeza es tan legendaria como su falta de predicamento entre las mujeres!
- Bud (atónito): ¿de 'prediqué'?
- Terence: Hazme el favor darme el iphonsito, si te es menester.
- Bud (atónito. Cuenta con los dedos, como queriendo buscar una respuesta): ¿Si me es 'menesqué'?
- Terence: ¡El iphonsito, cohone! (Asombrado ante su repentina erupción de ira, que reprime inmediatamente con una sonrisa ridícula, en un intento de 'desfazer' su error de etiqueta).
- Bud (aliviado tras haber comprendido. Espera un segundo y ambos, en un guiño de complicidad, sonríen liberados): ¡Tócame las bolas, pedante!
- Terence: ¡Ah, eso ya está mejor! El iphone, prodúcemelo, por favor.
- Bud (violento y cerril): mi mano con sus cinco dedos es lo que te voy a producir, ¡atontao!

(Se preparan para la pelea: Terence, exhibiendo una impecable guardia de boxeo, casi artística en cuanto a lo académico de su pulcritud; Bud, en cambio, ondeando primitivamente su brazo con una peluda y arcana mano abierta).

(Un fugaz personaje irrumpe en escena, corriendo veloz y riendo como un sátiro, ataviado con una túnica griega del color del alba y les arrebata el iphonsito en sus narices).


- Bud y Terence (se miran y dicen al unísono): ¡Se lleva el iphonsito!
- Sátiro (ríe alocadamente). ¡Ja, ja, ja! Con este aparato mágico, símbolo de la Unicidad de los elementos, integraré mi sexualidad confundida y por fin conseguiré el orgasmo eterno o aquello que los surferos de las películas han buscando durante generaciones, la cabalgada perfecta. ¡Ja, ja, ja! (Transcurre un segundo) ¡Ja! (Ríe de manera neutra. Mira a cámara, inexpresivo).


(Bud y Terence miran y palpan sus propios cuerpos, para comprobar que aún siguen en la realidad. Luego se palpan el uno al otro y finalmente miran a la cámara, alucinados frente al surrealismo del momento. Después reaccionan).

- Bud: ¡Tras él!
- Terence: ¡Sí, que sin el iphonsito no se pintar!
- Bud: ¡Ni yo pillar mozas!
- Terence: ¡Lo mismo he dicho!

(Se inicia una persecución. Música de 'Y si no, nos enfadamos'. Terence corre con una postura perfecta, elegante y atlética. El sátiro, al frente del trío, se mueve a nerviosos e imprevistos brincos. Bud, como una cafetera atacada de locura, lanza todas sus extremidades desordenadamente, en un correr 'por detrás indecoroso).

- Bud (viendo entrar al sátiro en un templo circular): ¡No, no entremos al templo griego! ¡Nooooo! (Abruptamente, sin justificación y exageradamente, como un demente).
- Terence: ¿'Lo cualo'? ¿El templo del Balboa Park?
- Bud (resignado): Eso pone en el guión, ¡aquí no hay ni pies ni cabeza!

(Entran en el 'templo'. El sátiro se siento acorralado y lanza el iphonsito al aire. El tiempo parece que se detiene ante la gravedad del hecho. Ello se subraya con un movimiento ralentizado de cámara que contrasta las emociones expresadas por los tres personajes: Bud, con un rostro furibundo y primitivo, deformado por la tensión suspendida; Terence, angustiado en una mueca de irreprimible desazón y gimoteo femenino; el sátiro, riendo y saltando como un infante irreflexivo. La cámara lenta pasa de un personaje a otro, manteniéndose un segundo a lo sumo en cada rostro, en primer plano, de los personajes).






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