martes, 8 de abril de 2008

'El iphonsito' Parte 4

Interior. Consulta de un psiquiatra:
- Bud: Doctor (se dirige al mismo psiquiatra, coronado por las mismas ramas de olivo), la verdad me ha sido revelada. Yo era inmaduro, no sabía amar y tapaba ese dolor con la violencia.
Ahora soy un ser Amado y Amante. En mi pareja ya no hay dos, sino que formamos un único Ser. Todo gracias a haber comprendido que cualquier forma de sexualidad es buena si es una expresión de Amor Verdadero (vuelve a mirar a la cámara, sonríe con la inocencia de un niño y extiende la palma de su mano. Frota repetidamente sus dedos índice y pulgar, demandando el dinero del premio. Abraza fuertemente al doctor, con una brusquedad y sobreactuación hiperbólicas).


- Narrador: Todos ellos alcanzaron la felicidad. Terence se aceptó a sí mismo y halló la seguridad y la paz en un amor monógamo. (Las palabras del narrador ilustran la secuencia de Terence, caminando con la modelo por la orilla de una playa. Ambos se entrelazan cogiéndose por los hombros. Terence sigue vistiendo de blanco níveo y la brisa juega con su camisa y la apertura de un dorado ombligo.
Terence se fija ostensiblemente en las nalgas de una mujer que viene de cruzarse con ellos).

- Narrador (continúa): Bud aportó su recien lograda madurez a su pareja y a sus demás seres queridos.
(Vemos la misma playa, simultáneamente a la voz. Bud camina de la mano de su finalmente conquistada amante. El sobrino propina una durísima patada a la espinilla de Bud. Éste, iracundo, se dispone a micronizar al niño de un desproporcionado bofetón. Desiste de su intento y finge una sonrisa cuando su pareja, ajena a la trama, le sonríe tiernamente y le mira a los ojos. Tras ello, Bud vuelve a mirar al niño furtiva y vengativamente, que se mofa de él con un ademán de manos idéntico al del inicio de la obra).

- Narrador (continúa): Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado. (Transcurre un segundo sobre la imagen anterior de la playa, ahora vacía). ¡Ah, pero perdón! ¡Aún no me he presentado! (La cámara pasa de la playa a un primer plano del hasta entonces desconocido narrador).
Soy yo, el sátiro. Antes de esta historia, yo era delincuente y violento y me llamaba Marcos, el Navajas. Ahora me llamo Mariconchi, la cupletera. He cambiado de sexo y trabajo como tabernera en el puerto. Cada noche conozco a rudos y fuertes marineros. Al liberarme me he dado cuenta de que cualquier forma de expresar el Amor es buena.
Por algo ésta era una historia griega, ¿no? Me duele la espalda, pero soy feliz.
(Mira directamente a la cámara, sonríe plácidamente y deja un rostro neutro, que se sostiene surrealistae incomprensiblemente durante más de dos segundos. La imagen se funde hacia el color negro. Salen los títulos de crédito y sube la sintonía del filme 'Dos Super Dos').

Fin.




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