viernes, 6 de julio de 2012

Aquel viernes

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Aquel viernes, a la salida del trabajo, los compañeros invitaron a cervezas. Les dije que lo lamentaba y que no podía acudir con ellos. Volví a entrar a la empresa, me acerqué a mi asiento y la saqué del cajón. Como había luz en el despacho del jefe, entré a despedirme. Tras saludarle, le descerrajaría dos tiros en la sien.

 He acabado los informes de previsión de coste y beneficio para los productos X e Y. He dado muchos pasos para ello: antes de que cerraran Wall Street, he llamado a New York. Me han dado la cotización al cierre de Z, la materia que empleamos en un 60% para producir X, y en un 80% para producir Y.

Después de New York, he hablado con Brasilia. Videoconferencia con el ministerio de agricultura de Brasil. Media hora de espera y la secretaria del viceministro me ha asegurado que podemos seguir explotando madera en el Mato Grosso. He respirado aliviado. La madera es fundamental en el acabado de X.

Entonces me he dirigido a la mesa de Rodrigo. Teníamos que visitar a un cliente. Rodrigo está a prueba, igual que yo. Nos llaman el dúo dinámico porque trabajamos más que nadie en la empresa. Si ello nos facilita que nos hagan fijos, los sábados de trabajo habrán merecido. Nos hemos montado en su Ibiza. Aún no nos han dado coche de empresa.

Tras una hora de autopista llegamos a la empresa W. W es nuestro principal cliente de Y. El objeto de la visita ha sido intentar que también compre X, aunque sea por la mitad del volumen de ventas de Y.

Ello es fundamental para que nuestra empresa se asegure un resultado positivo al cierre del segundo semestre de este 2012. Nos hemos reunido con el director de compras de W durante una hora. Hemos argumentado las ventajas para W de comprarnos X, razonado cómo reducirán sus costos de procesos, ofrecido pagos a 90 y 180 días, preguntado por su familia –siempre es bueno rebajar tensión en una entrevista de ventas- y, al minuto 57, hemos conseguido su compromiso verbal. Aumentará un 10% los pedidos de Y este año y nos comprará la mitad de esa cantidad en X. Objetivo conseguido. Siempre, nos ha dicho, que a cada compra conjunta de ambos productos le hagamos un rappel del 20%.

Tras excusarnos con el director de compras, hemos salido al pasillo durante diez minutos bajo la excusa de pensar su proposición. El acuerdo es genial para nosotros pero no lo podíamos reconocer frente al cliente. Si le hacemos esperar para dar el sí, piensa que nos hemos tenido que sacrificar para aceptar su propuesta y que le hacemos prácticamente un favor.

Psicología. De este modo, tras pasar los diez minutos, hemos aceptado.

De nuevo en la empresa, he acabado el informe de previsión de coste y beneficio para X e Y. Costes de materias en New York y de explotación de madera en Mato Grosso. Previsión de ventas de X e Y.

Llevo el informe al jefe. Los compañeros me han invitado a cervezas pero no puedo ir. Beneficio previsto para el cierre del año. De esta, a Rodrigo y a mí nos hacen fijos. Entro al despacho del jefe.

 - Cierre la puerta, Tomás. Siéntese y firme el finiquito.­­- Lo miro incrédulo.

-¿Cómo? ¿No está contento con mi trabajo?

- Sí, pero recuerde que su contrato es de duración determinada. No me diga que no se lo avisaron en Personal.

He vuelto a despedirme. Tras saludarle, le he descerrajado dos tiros en la sien y el sol me ha despertado.

Me he incorporado sobre la almohada. He vuelto a maldecirme una mañana más porque, si hubiera tenido valor para hacerlo, al menos en la cárcel me habrían dado algún beneficio social. Reducción de pena por trabajo voluntario… no sé. Pero en casa, aburrido, ni siquiera recibo paro. Con tanto recorte…

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